Claudia: ¡NOO! ¿Bien? Mamá, se nota que nunca sabes lo que me sucede.
Yollanda: Hijita, me quiero casar con el hermano de Robert.
Claudia: ¿Quién es? No lo conozco y tú tampoco.
Yollanda: Sé que es algo arreglado, pero es lo mejor para la baja económica por la que estamos pasando.
Claudia: Nos arregla la economía y luego que... ¿te divorcias?
Yollanda: Hija, yo no te estoy preguntando, lo voy a hacer... el próximo mes viene Jhan Carlos. El hermano de Robert.
Claudia: ¿Ves? Nunca me preguntas qué es lo que opino, solo me avisas...
En ese momento casi salté de la cama... me dirigí al ropero y casi lloré.
No porque se iba a casar, sino porque no me incluía en sus temas, mi propia madre no me preguntaba opiniones, solo tomaba desiciones. Nunca se acercó a mi para preguntarme "¿Qué hiciste hoy en el colegio?",
Ni cuando estaba mal, triste, sollozando preguntarme "¿Que te pasa mi amor?", o "¿Qué te parece esto?"... No a ella solo le interesa tener dinero, porque es así.
Ni cuando estaba mal, triste, sollozando preguntarme "¿Que te pasa mi amor?", o "¿Qué te parece esto?"... No a ella solo le interesa tener dinero, porque es así.
En ese momento lo único que supe hacer fue tomarme la cabeza y llorar.
Si, en estas vacaciones lo único que podía hacer era llorar.
Estaba cansada de cargar con todo... si, cargar con todos los problemas que nunca resolví junto a la ayuda de mi madre.
De pronto sentí a mi madre acariciando mi espalda, le explique el sentimiento de ira que sentía contra todos, la soledad que sentía mientras ella se pasaba en su oficina, y yo desde pequeña tenía que enfrentar problemas en la escuela. Que nunca pude jugar con una amiga, nunca pude tener un novio real, que no estuviese conmigo por interés, si no porque me quisiera de verdad.
Pero lo lamentable es que solo oía.
Yo me estaba volviendo loca, tan solo quería gritarle al mundo que me quería morir.
Lo que me consoló esa noche fue la única palabra que me dijo al terminar el monólogo que realizaba.
Yollanda: Lo siento.
Después de esa fríbola palabra, me fui a mi habitación, y dormí plácidamente esa noche.
Lucas no hizo ruido, sólo sentí que me miró y apagó la luz, pero ni siquiera me molestó como su rutina.
Desperté, me levanté y me fui al baño. Lucas ya estaba despierto y sentado en su cama. Solo me miró y no dijo palabra.
Luego de salir del baño, me fui afuera... Interrumpió Lucas diciéndome:
Lucas: Siento meterme, pero... ¿estás bien?
Lo dijo balbuceando, temiendo que fuese a contestarle de mala forma, pero lo claro es que no lo pensé... pobre, será como es: insoportable, mimado, loquito... pero aún así tiene derecho a ser tratado como persona.
Claudia: Si, mejor... gracias por preguntar.
Lucas: Escuché una discusión y cuando anoche te alcancé a ver con los ojos llorosos, en verdad me preocupé.
Claudia: ¿No estarás tratando de ganar mi confianza?
Lucas rió...
Lucas: No, es que me preocupo con las discusiones, desde pequeño que me asustan... ¡Lo siento! no debí contarte eso... hmmm.
Claudia: No te preocupes, pronto te contaré un secreto, y tu tendrás que guardarlo.
Lucas: ¡Ok!
Reímos un rato... creo que nuestra relación esta yendo mejor con Lucas. No era lo que pensaba, aunque si insoportable y mimado, pero sabe escuchar; y mejor que mi madre.
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